La fascinación que nos provocan los niños prodigio de la música, de Mozart a Korngold, hace que no prestemos igual atención a la senectud prodigiosa de algunos compositores: la Serenata para clarinete y piano fue compuesta por Saint-Saëns a la edad de 85 años. Escrita en 1920, cuando ya Proust había publicado hacía casi una década las célebres páginas sobre la apócrifa Sonata de Vinteuil, podrían aplicarse a esta obra esas palabras que condensan el espíritu musical francés de la Bélle Époque (Fauré, Franck, Debussy y el propio Saint-Saëns) porque pertenece a un tiempo anterior a aquel en que fue compuesta por este anciano clásico y romántico, coetáneo de los filisteos Stravinsky y Arnold Schönberg: “La frase musical le ensanchó el alma, lo mismo que algunos perfumes de rosa que rondan por la húmeda atmósfera de la noche tienen la virtud de dilatarnos la nariz. Quizá por no saber música le fue posible sentir una impresión tan confusa, una impresión de esas que acaso son las únicas puramente musicales, concentradas, absolutamente originales e irreductibles a otro orden cualquiera de impresiones”. (Marcel Proust, Por el Camino de Swann)

Pohádka significa en checo “Cuento de Hadas”, y está inspirado en el poema “Historia del Zar Bererendyey”, del poeta romántico ruso, precursor de Pushkin, Vasily Zhukovsky que narra la tristeza del Zar por no tener descendencia. Leo Janácek (1854-1928), que había perdido a su primer hijo a los dos años de edad, empezó la composición tras la muerte de su hija Olga, de ventiún años, en 1910. Escrita en el lenguaje sumamente original del compositor moravo, que no alcanzó sino hasta la madurez, una vez liberado de la influencia nacionalista, la obra presenta ecos del folclore ruso y una singular pulsión rítmica sobre un fondo sereno, acaso de resignación.

No debería resultar una rareza que la obra de compositores para cine visite las salas de concierto, menos aún en el caso de Nino Rota (1911-1979), quien, además de iluminar las grandes obras maestras de Fellini (La Strada, La dolce vita, Ocho y Medio, Amarcord y Casanova) o de ganar un óscar con “El Padrino II”, desarrolló una amplia carrera como operista y compositor clásico. El Trio para clarinete, violonchelo y piano de 1973 es una de sus obras de cámara más interpretadas. Consta de tres movimientos: 1. Allegro 2. Andante 3. Allegrissimo de factura clásica y gran riqueza melódica, sin duda marca de la casa, de inevitable reminiscencia fílmica.

El compositor alemán Robert Kahn (1865-1951) creció como músico bajo el ascendente de Johannes Brahms, que incluso se ofreció a darle clases en su niñez y lo guio y ayudó en sus inicios. Bajo la inspiración del maestro hamburgués se dedicó, sobre todo, a la música de cámara, en un estilo que ya no era el de su tiempo, lo cual no resta un ápice de su belleza a obras como la Serenata para violonchelo, clarinete y piano op. 73, escrita en 1922, que figura en todas las antologías de esta plantilla por su belleza lírica. Son tres sus movimientos: 1.Allegretto grazioso e moderato 2. Vivace 3. Variaciones sobre un tema propio.

José María Jurado García-Posada