Ma mère l'Oye
Ma mère l'Oye (Maurice Ravel)
M amere l’oye (Mi madre la oca) de Maurice Ravel, que tiene su origen en la amistad entre el compositor y la familia Godebski, con la que pasó largas temporadas en la casa de campo que tenían en Valvins. Allí pudo seguir los progresos al piano de los pequeños Mimi y Jean y de ahí surgió la idea de evocar la poesía de la infancia a través de cinco piezas para cuatro manos alusivas a otros tantos cuentos.
Su principal referencia fue el gran cuentista francés Charles Perrault, concretamente el volumen de 1697 Historias o cuentos de tiempos pasados, cuentos de mi madre la oca, del que extraería La bella durmiente y Pulgarcito. Añadió también historias de otros autores.
En un principio, las piezas estaban destinadas a manos infantiles y Ravel tenía en mente que fueran estrenadas por Mimi y Jean, pero viendo que éstos no eran capaces de tocarlas, buscó entonces otros intérpretes: Jeanne Leleu, de seis años, y Geneviève Durony, de siete. El estreno tuvo lugar en abril de 1910 dentro del concierto inaugural de la Société Musicale Indépendente
A la hora de publicar Ma Mère l’Oye el editor Durand sugirió a Ravel que orquestase las piezas. Así, en 1911 presentó la suite para orquesta, decantándose por una plantilla reducida que incidía en el carácter intimista y en sus delicadezas tímbricas.
La versión sinfónica entusiasmó sobremanera a Jacques Rouché, del Théâtre des Arts, que le pidió que la convirtiera en ballet para estrenarlo.
El músico decidió dotar a las piezas de una cohesión escénica y alteró el orden original de las mismas, añadiendo dos introductorias y brevísimos interludios para ligar entre sí los distintos números. La partitura pasaba de durar en torno a un cuarto de hora a casi media. El estreno tuvo lugar el 21 de enero de 1912 y contó con la coreografía de Jeanne Hugard y los decorados de Jacques Drésa.
A pesar de ello, el ballet nunca ha logrado superar en popularidad a la suite sinfónica de cinco movimientos. Ésta comienza con la Pavana de la bella durmiente del bosque, que es expuesta por la flauta y el clarinete con una concisión y transparencia sorprendentes, en compás de 4/4. Al poco se suma el tenue acompañamiento de la cuerda en pizzicato. A Ravel le basta una sencilla melodía y un prodigioso colorido armónico para crear una atmósfera mágica en apenas veinte compases.
En Pulgarcito los violines en sordina describen mediante una sencilla melodía armonizada en terceras un sendero apartado en “el lugar más oscuro y tupido del bosque”, por el que deambulan los seis hermanos en un tiempo très modere. Ravel no se priva de citar a los despreocupados pájaros que se han comido las migas, representados por tres violines, un piccolo y una flauta.
Laideronnette, Emperatriz de las pagodas se basa en un cuento de la Baronesa d’Aulnoy, sobre una princesa convertida por un hada en la mujer más fea del mundo, que se enamora de un rey, al que un hechizo ha transformado en serpiente. Con el objeto de dotar al número de ambientación chinesca, Ravel emplea melodías en la escala pentatónica, confiriendo así al conjunto su vibrante carácter oriental. Ritmos estridentes y encantadores juegos tímbricos hacen el resto.
Las conversaciones de la Bella y la Bestia, basada en Leprince de Beaumont (1711-1780), es un vals sosegado, de gran ternura, en el que la Bella está encarnada por el clarinete, sosteniendo el dulce y bondadoso discurso principal, mientras que un contrabajo da voz a los gruñidos de la Bestia.
Ma mere l’oye concluye con El jardín encantado, en la que el Príncipe Encantador despierta con un beso a la Bella durmiente, reuniéndose en torno a ellos los otros personajes del ballet. La cuerda describe la espesura del jardín encantado y poco a poco, va sumándosele el resto de la orquesta hasta culminar con una apoteosis de deslumbrante colorido, realzada por una fanfarria en los metales y los glissandi de la celesta y el arpa.
Michel Plasson
Estudia con Lazare Lévy en el Conservatorio de París. Hasta 1958, se le puede escuchar como batería en el Europeo (ubicado rue Biot en París) y en otros clubes y cabarets (participó en grabaciones con Édith Piaf) y en el foso de la orquesta de Jo Ricotta cuando cantaba Roger Nicolas.
Después de ganar el primer premio en el Concurso de Besançon en 1962, Michel Plasson se fue a los EE.UU. por el consejo de Charles Munch. Perfeccionó su técnica con Erich Leinsdorf, Pierre Monteux y Leopold Stokowski antes de volver a Francia en 1965. Fue director musical de la ciudad de Metz durante tres años antes de trasladarse a Toulouse en 1968, para dirigir la Orquesta del Capitolio, que ayudó a elevar a nivel internacional. Desde principios de los años 90, Michel Plasson también trabaja regularmente con la Filarmónica de Dresde de la que fue el director titular por un periodo de siete años.
Solicitado por las principales orquestas y teatros de ópera en Europa, los EE.UU., China y Japón, Michel Plasson está viviendo la música que ama, especialmente la música francesa de la que es uno de los apóstoles eminentes. En las últimas temporadas, fue invitado a la ópera de Shanghái con Carmen de Georges Bizet; al Teatro Massimo de Palermo para Manon de Jules Massenet y Fausto de Charles Gounod; al Teatro de la Maestranza de Sevilla por Werther de Massenet y Romeo y Julieta de Gounod; al Teatro Real de Parma con La condenación de Fausto de Hector Berlioz, a la Opera de Zúrich, con El Cid de Massenet; a la ópera de Pekín para El rey de Ys de Édouard Lalo; al Chorégies de Orange para Carmen y Fausto; el Mégaron Atenas para Thais de Massenet, etc. Durante la temporada 2010-2011 Michel Plasson interpreta Werther en la Opera Bastille y La Damnation de Faust en Tokio.
Michel Plasson también dirige otras orquestas como invitado: en Francia, la Orquesta de París, la Orquesta de la Opera de Niza; en Europa, las principales orquestas españolas, entre ellas Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla y Las Palmas, y la Orquesta Filarmónica de Róterdam, las orquestas más importantes de Italia, la Orquesta de la Suisse Romande, Orquesta de Suiza Italiana en Lugano. Actúa periódicamente con la Orquesta Sinfónica Nacional de China, de la que fue primer director durante siete años y ha llevado a Viena, Varsovia, Alemania, Rusia, China y con la Orquesta Filarmónica de Tokio en Japón.
4 de junio 2010, Michel Plasson fue investido comandante de la legión de honor cuando estaba en China. Su hijo Emmanuel Plasson es también director de orquesta.
Michel Plasson estuvo muy ligado con la Orquesta y Coro Nacional del Capitolio de Toulouse desde 1968 hasta 2003 y ahora es su director honorario. Con esta orquesta, realizó las mejores grabaciones de las operetas conocidas de Jacques Offenbach, incluido Orphée aux enfers, La vie parisienne, La Périchole y La belle Hélene.